Hola, bienvenidos acá a Kitschmacu, el día de hoy tengo el
gusto de compartirles una nota bien interesante sobre un joven bastante
talentoso que conozco (las cosas buenas y la gente buena definitivamente se
deben de dar a conocer), su nombre es Ildefonso Avilez Beltrán y les cuento un
poquito de lo que hace.
Ildefonso, es networker, es
decir, brinda asesoría a personas que están en la industria de los negocios en
red, en sus propias palabras: “estoy comprometido en ayudar a las personas a
conseguir sus sueños”. Es además conferencista en temas de emprendimiento y
desarrollo humano, ¿su meta? desarrollarse como conferencista a nivel nacional
e internacional.
¿Por qué lo hace se preguntaran
ustedes?, acá un extracto de esta razón:
“Personalmente, tengo muchas
pasiones en la vida. Dos de ella son aprender, y enseñar. Le tengo mucho amor
al conocimiento. Me gusta aprender de los libros y de las personas. Y al mismo
tiempo, me gustar compartir lo que he aprendido, para así, impactar
positivamente en la vida de las personas. Descubrí que dando conferencias podía
combinar muy bien éstas dos pasiones. Me mueve mucho desarrollar líderes, impulsar
el potencial de la gente y sobre todo ser pieza de inspiración para que las
personas sean mejores en lo que ellos se propongan”.
“Cuando doy mis conferencias y
que al final se me acerquen personas de la audiencia para decirme que tal frase
o historia los impactó, o que la conferencia les había gustado mucho, es ahí
donde me doy por bien pagado”.
Toda historia tiene su principio,
y la historia de Ildefonso en este fascinante mundo de las conferencias y la asesoría
empezó desde hace mucho.
“Desde que tengo memoria, siempre
quise ser conferencista. Quizá sea por el tipo de educación que he recibido de
mi papá, quien siempre me recordaba en cada oportunidad que tenía la
importancia de saber expresar nuestras palabras de manera clara y concisa ante
un público, él siempre me decía que ésta habilidad me daría una ventaja
competitiva sobre los demás. Y se me quedó en mi mente. Entonces, cuando asistía a
conferencias observaba todo. Cómo hablaban, tono de voz, lenguaje corporal y
hasta cómo abrían y cerraban su presentación. De modo que siempre admiraba a
los buenos oradores. Y yo decía: “Algún día daré una conferencia igual o mejor
que esa”.”
Por algunas razones raras de la
vida tendemos a olvidar un poquito nuestros sueños o lo que nos apasiona…olvidamos
pero, cuando es algo que anhelamos de verdad, estos sueños permanecen latentes,
hasta que llegan esas pequeñas cosas, situaciones o personas que nos hacen redescubrirlos…
fuertes, potenciados y como una verdad que clama por volverse realidad. Algo así
sucedió con Ildefonso:
“Hasta que un día, en una de mis
materias en la universidad sobre expresión verbal, tuvimos como proyecto final
realizar una presentación en nuestro mismo salón, y recuerdo perfectamente que
la maestra dijo que de todos los compañeros se iban a elegir a las 2 mejores
exposiciones para que presentaran ante un público de 150 personas. Cuando
escuché eso dije: “Yo quiero ser uno de ellos”. Quedé como de los 2 mejores y
cuando di la presentación ante las 150 personas me di cuenta que lo hice más
que bien. Fue un reto muy grande, me provocó mucho estrés, nervios, ansiedad e
incluso, estuve a punto de abandonar, sin embargo, todo salió mejor que como lo
había visualizado. Ahí me di cuenta que tenía un talento que desarrollar y
pulir. En ese momento, era el inicio de una vocación”.
¿Tú con qué sueñas?