Bueno, que sea esta la primera
experiencia de servicio del año. El fin de semana pasado tuve a visitar Sushi
Factory sucursal Las Quintas, ya eran varios días que rondaba un antojo de uno
de sus rollos, que finalmente el viernes tuve oportunidad de estar por ahí.
Factory es en definitiva uno de
los triunfadores en un área de comida por demás competido, ninguno de los
restaurantes pioneros vive o por lo menos sobrevive con alguna participación respetable
en el mercado, Factory llegó a dar pelea cuando existía esa batalla por participar,
supo asentarse, crecer y formalizarse (en procesos, en menú, sabor, imagen,
etc.), lo que en definitiva le permitió sobrevivir y encumbrarse.
Procesos establecidos y enfocados
al servicio al cliente (perfecto el hecho de saber que no únicamente se vende
un producto, sino que este va de la mano con el servicio y ambiente en el que
este se consume y que también importa), prestando
solo un poquito de atención podemos notarlo cuando se visita cualquier sucursal
de Factory:
1. Recepción
por parte de una hostess quien se encarga de dar la bienvenida y acompañar a
los comensales a la mesa (excelente para administrar el flujo de la entrada)
2. Tiempo
que transcurre entre que el comensal toma asiento y el mesero visita la mesa y
se presenta.
3. Tiempo
para revisar el menú y que regrese el mesero a tomar la orden
4. Promedio
de espera por el platillo, etc. Etc.
Los procesos y tiempos en la atención
al cliente son en verdad algo bastante bueno, hasta cierto punto una “novedad”
para muchos de los establecimientos de esta ciudad, pero que sin duda generan y
nos dan certidumbre como clientes de una estancia agradable y por supuesto
respeto a nuestro tiempo.
En mi pasada visita a Factory las Quintas el caso de este
valor agregado “no tangible”, me dejó con una impresión agridulce en mi visita.
Hasta la atención de la señorita hostess todo transcurrió a la perfección, el
mesero se acercó a nuestra mesa enfundado en una risa burlona, producto de las “vaciladas” que en ese momento sostenía
con sus compañeros, tomó la orden de bebidas, demoró más de 10 minutos en
traerla, al regresar tomo el pedido de platillos, más interesado en las ideas
de su cabeza en ese momento que por lo que teníamos que decirle, terminó de
anotar y nos dedicamos a esperar por nuestros platillos, esperamos por un poco más
de 20 (aplicando obviamente el clásico: “¿oiga le falta mucho?”), el gerente
bastante interesado abordo nuestra mesa para preguntar si contábamos con la
Tarjeta Gourmet, intereses que terminó
por desinflarse al decirle que si la tengo pero se me olvidó, mal disimulado el
fastidio por el speech infructuoso que acababa de recitar.
El primer platillo llegó a la mesa con perfecta presentación
y con la gélida temperatura que suele acompañar un platillo olvidado, fue
necesario solicitar al gerente regresarlo a cocina para calentarlo. 7 minutos después
llegó el segundo platillo, ahora solo esperábamos por aquel primero vuelto a la
cocina.
El sabor de los productos… bueno, justo lo que esperaba y
que me había movido a visitar el lugar.El servicio tardado e inconsistente, incomodo de muchas
formas.
¿Volveré a Sushi Factory alguna vez?... probablemente sí,
una vez que asimile la gran lección de: “Apatía
por el servicio” percibida en el lugar.
Gracias por pasar al blog.
Macu.